¿En qué se parece el divorcio de una
pareja de actores multimillonarios, al de las parejas comunes y
corrientes?
Tu separación, la de tu prima, la de
la vecina de al lado, puede tener en común con el divorcio de Brad
Pitt y Angelina Jolie una, varias, o todas estas cosas:
-La batalla legal por la tenencia de
los hijos.
-Una orden de exclusión fruto de una
denuncia por maltrato y abuso de sustancias prohibidas.
-La exposición de las miserias y
secretos íntimos.
-La sospecha ajena de que hay un
tercero/a en discordia.
-Los chismes que circulan sobre ambos.
Cuando la pareja que se separa es
famosa, es la prensa la que se encarga de especular sobre todas estas
cuestiones para mantener “informados” a los seguidores o
detractores. Y lo que no se puede averiguar se inventa. Entonces, la
que hasta hace poco era una madre ejemplar ahora es una loca
desquiciada que no le inculca hábitos decentes a sus hijos, y el que
hasta hace poco era un padre protector ahora es un verdugo que
intenta disciplinarlos a las trompadas.
Cualquier similitud con lo que le pasa
a la gente común y corriente, no es coincidencia. Sólo cambia el
alcance de las noticias, nomás, que en algunos casos da la vuelta al
mundo y en otros sólo llega hasta la plaza del barrio. Pero siempre
habrá quien opine desde afuera, se meta en la intimidad ajena,
divulgue secretos, invente patrañas.
¿Qué puede hacer una R.S para
contrarrestar, aunque sea un poquito, la proliferación de chismes y
chismosos a su alrededor?
En primer lugar, tener mucho cuidado con la manera en que informa que se ha separado.
En “Manual de instrucciones pararecién separadas” hay un capítulo entero dedicado a la manera de
comunicar el nuevo estado a los demás, sean parientes, amigos,
simples conocidos o desconocidos, sin olvidarse de los propios hijos.
Pero como estamos hablando
específicamente de los chismes, les copio acá un fragmento en el
que se menciona esa cuestión y cómo evitarla o minimizarla:
Las
chusmas del barrio contarán mil historias, reales o inventadas pero
siempre exageradas, sobre usted y su ex. No hable con ellas.
Cualquier intento por explicar algo sólo generará nuevas historias
que circularán prontamente de vereda en vereda, del almacén a la
verdulería, de una venenosa boca a una ansiosa oreja, por unos
cuantos meses o años.
Los
jefes, clientes, proveedores, y toda otra relación profesional,
laboral o comercial, deberán ser informados sólo si es
estrictamente necesario, sin el más mínimo detalle y esforzándose
por dar su imagen más serena, más equilibrada y más cuerda. Que no
la vean llorosa, desarreglada ni nada parecido, y no insulte a su ex
por teléfono en presencia de esta gente, por favor.
No
espere comprensión de los varones; su debilidad puede darles
ventaja, así que NO LA DEMUESTRE. Especialmente en el trabajo: si
quiere ver cómo su jefe, a quien siempre consideró como un padre,
se transforma en un maníaco sexual, háblele de lo sola que se
siente, por ejemplo.
Más
de un caballero dejará de serlo, si usted no marca el límite con un
muro de hielo y una pared de independencia. Ahora más que nunca
deberá tener en cuenta esa regla de oro que yo heredé de mi abuelo,
y seguramente usted también: allí donde se come, no se caga. Se lo
digo bien claro, para que lo medite y vea si la satisfacción efímera
de su vanidad femenina haciendo calentar a esos señores es tan
importante como para perder su prestigio laboral, profesional o
comercial. Y ni que hablar del odio que puede generar en las esposas
y novias de esos hombres, que correrán en banda a pinchar muñequitos
con su nombre. No se asombre si un día no puede levantarse de la
cama.
Tampoco
espere comprensión de las mujeres casadas, sobre todo sin son
maestras de sus hijos, mamás de los compañeritos, catequistas,
miembros de la cooperadora, porque lo más seguro es que cuando se
enteren la miren con espanto, como si nunca hubieran visto una R.S.
No les diga nada, y listo. Se enterarán igual, pero que no sea por
usted.
Y
haga de cuenta que no ve sus miradas desconfiadas, ni sus aires de
superioridad por ser "señoras de". No a todas, pero a
muchas mujeres el hecho de retener a un hombre les estrecha la mente.
No entienden nada, no comprenden nada, no piensan. Algunas maestras
suelen ser hasta sutilmente crueles con las mujeres separadas y sus
hijos: a veces, más que llamar a la mamá para hablar de un problema
de conducta del hijo, pareciera que la llaman para chusmear nomás.
Usted,
firme, serena, equilibrada. Como la mar en calma. Como la luna llena.
Arriba esa frente, que no robó nada y que no estafó a nadie. Y que
se las aguanten sin sus explicaciones.
Resumiendo:
ya sea con parientes, amigos, conocidos u otros, nada como comunicar
su nuevo estado tipo telegrama, o con un telegrama, en lo posible.
TIPS
autodefensivos
a la hora de hablar de la separación
autodefensivos
a la hora de hablar de la separación
*
No
busque
compasión,
apoyo
ni
hombros
donde
llorar
porque
eso
genera
dependencia,
la
hace
quedar
como
una
boba
y
le
abre
la
puerta
a
la
gente
metida.
*
No
se
muestre
como
víctima,
si
no
quiere
que
hablen
de
usted
como
“la
cornuda”,
“la
boluda”
o
“la
pobre
infeliz”.
*
Si
necesita
hablar,
elija
de
entre
sus
más
íntimos
uno
o
dos,
de
esos
que
no
se
meten
y
saben
escuchar
sin
dar
sermones,
y
ahí
sí
hable
tranquila
de
sus
cosas.
*
Desahogarse
con
la
persona
adecuada
es
casi
terapéutico,
pero
con
cualquier
otro
puede
llegar
a
ser
nefasto.
¿Puede
entenderla
su
tía
Juana,
que
va
a
misa
dos
veces
por
día,
es
solterona
y
agria
como
vino
picado?
No,
no
puede.
¿Puede
entenderla
su
prima
Sabrina,
que
cambia
de
novio
todas
las
semanas
y
se
va
de
luna
de
miel
seis
veces
al
año?
No,
no
puede.
*
Tenga
mucho,
muchísimo
cuidado
con
las
"separadas
solidarias":
si
son
venenosas,
son
las
peores
orejas
del
planeta.
*
Mejor
hable
con
el
gato,
el
canario
o
el
espejo,
para
no
errarle.